Las enfermedades cerebrovasculares
suponen un problema socio-sanitario debido a su elevada prevalencia,
discapacidad y alteración en la calidad de vida de las personas que lo sufren.
Este trastorno circulatorio cerebral
puede alterar de manera transitoria o permanente el funcionamiento de una o
varias partes de encéfalo, siendo el tiempo hasta la reinstauración de la
circulación el principal factor pronóstico. En esto radica la importancia de
implementar estrategias diagnóstico-terapéuticas que agilicen el proceso.
Se denomina CODIGO ICTUS al procedimiento
de actuación sanitaria prehospitalaria basado en el reconocimiento precoz de
los signos y síntomas del ictus de probable naturaleza isquémica, con la
consiguiente priorización de cuidados y traslado inmediato por parte de los
Servicios de Urgencia a un hospital con Unidad de Ictus de aquellos pacientes
que, por sus condiciones clínicas, puedan beneficiarse de una terapia de
reperfusión y de cuidados especiales en una unidad de ictus.
Para poder instaurarse la
revascularización es necesario haber descartado por prueba de imagen que no se
trata de un ictus hemorrágico, siendo la prueba diagnóstica de elección, por su rapidez y mayor disponibilidad en
todos los hospitales, la TAC craneal simple.
Las nuevas evidencias científicas
demuestran el beneficio del tratamiento endovascular (en concreto, trombectomía
mecánica con dispositivos de tipo stent recuperables), cuando se aplican a los
pacientes con oclusión de un gran vaso y
llevan menos de 6 h desde el inicio de la clínica. Esto no significa que otros
casos sean también subsidiarios de este tratamiento, pero el grado de recomendación y nivel de
evidencia científica de beneficio de estas maniobras es menor.
Dada la eficacia demostrada de las
fibrinólisis dentro de las 4,5 h, ésta debe ser el tratamiento inicial en todos
los pacientes que cumplan criterios y no presenten contraindicación.
Con respecto al tipo de anestesia no se
especifica en el protocolo del código ictus, solo se recomienda contar con un
anestesista/intensivista. El procedimiento anestésico dependerá de la situación
individual de cada paciente y será consensuado entre el neurólogo, el
neurorradiólogo y el anestesista.
En el éxito de la reperfusión, no solo
juega un papel importante el tiempo, sino también las condiciones hemodinámicas
del paciente, de las que depende el área de penumbra para ser un tejido
recuperable. Aunque aún no se ha podido
determinar la cifra exacta de tensión arterial (TA) óptima, sí se sabe que los pacientes
se benefician más cuando su TA se mantienen en el límite alto de la normalidad
antes de la reperfusión, tolerándose TA algo más bajas posreperfusión.
Dentro del apartado anterior, deberíamos
considerar la normoventilación, pues tanto la hipercapnia, como la hipocapnia
producen alteración en el diámetro de los vasos. Situaciones de hiperemia en el
contexto de hipercapnia, favorecerán el edema y aumentaran el riesgo de
sangrado y la isquemia se verá favorecida si existe vasoconstricción secundaria
a hiperventilación.
Otras medida importante a tener en cuenta
es poder evaluar los resultados clínicamente lo antes posible, para poder
detectar complicaciones. Así que se intentará que sea lo más breve posible el
tiempo que se mantenga a los pacientes sedados y en ventilación mecánica.
Más medidas como evitar la fiebre e
hiperglucemia son importantes, así como mantener la homeostasis (Hb, iones,
pH,….)
Para terminar resaltar la importancia de
la comunicación y traspaso de información entre todos los profesionales involucrados en este procedimiento.
Dra. Mª Gloria Hernández Arias.
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