Charla:
La toma
de decisiones en medicina
Los anestesiólogos tomamos
decisiones constantemente. Muchas de ellas son puramente clínicas (decidimos
qué antibiótico poner frente a un determinado germen, qué técnica anestésica
usar para un procedimiento, qué fármacos son los más adecuados…) y para
tomarlas echamos mano del conocimiento científico actual (guías clínicas,
protocolos…).
En este campo aunque las decisiones
no son siempre fáciles nos manejamos bastante bien.
Sin embargo los pacientes, que son
el centro y la razón de nuestras
decisiones, no son solamente entidades patológicas sino que son personas y como
decía Ortega y Gasset, personas y sus circunstancias.
“Yo soy yo y mi circunstancia. Y si
no la salvo a ella, no me salvo yo.”
Estas circunstancias (culturales,
religiosas, espirituales, psicológicas, sociales…) condicionan que las decisiones clínicas se compliquen e introducen un criterio de corrección de nuestros actos
no solo desde el punto de vista clínico sino también moral. Por eso decimos que las decisiones en anestesia y en general en medicina son
clínico-éticas.
La toma de decisiones éticas, igual
que en cuestiones clínicas, se hace en condiciones de incertidumbre. No en vano
Sir William Osler, consideró que la medicina era “la ciencia de la
incertidumbre y el arte de la probabilidad”. Por lo tanto a lo más que
aspiramos es a que los juicios morales sean razonables, entendiendo por
razonabilidad, la ponderación cuidadosa de los principales factores
intervinientes a fin de disminuir en lo posible la incertidumbre. A este
proceso de ponderación razonable se le conoce ya desde la época de Aristóteles como deliberación. Y a la
decisión razonable tomada tras prolongada deliberación se la llamó prudente.
Deliberación
y prudencia son dos condiciones básicas
del razonamiento moral. La otra condición sería la responsabilidad. La responsabilidad entendida en su acepción
moral, es decir, las decisiones
responsables son las decisiones morales que uno cree que debe tomar en un
determinado momento según las normas pero teniendo también en cuenta el
contexto o circunstancias de cada caso particular. Solo aspiran a ser prudentes
porque no sabemos si van a ser las correctas o no.
Los componentes de cualquier acto moral
son básicamente tres:
-
Los hechos: son datos de percepción u
observación. Son por tanto objetivos. La ciencia, por lo general, trabaja con
este tipo de signos objetivos. Son necesarios pues para que exista el
conocimiento científico, pero también el moral ya que los hechos van a ser el
asiento de los valores.
-
Los valores: son contenidos de estimación
que tienen asiento en los hechos. Son
cualquier cosa que nos importa (la vida, el dinero, la intimidad, los derechos
humanos, la belleza, los principios de la bioética…)
Cuando dos o más de estos valores entran en
conflicto, de manera que se hace necesario tomar una decisión, nos hallamos
ante un conflicto ético o conflicto de
valores.
-
Los deberes: Se fundan en
valores que piden su realización. Así la justicia nos pide ser justos, la
verdad, veraces… Aparecen porque las
personas somos seres morales que buscamos distinguir entre lo que está bien y
lo que está mal. Aquí nos ayuda la
bioética que trata precisamente de los deberes y busca en la resolución de los
conflictos de valores, el curso de acción óptimo, es decir, la solución que
mejor va a proteger todos los valores enfrentados y no solo uno de ellos en
detrimento del otro.
Para esto es importante no tomar decisiones tratando
los conflictos de valores de forma dilemática o estratégica, buscando una única solución que salvaría solo a uno de los valores en conflicto, sino
de forma problemática, es decir, intentaremos salvar ambos valores, al menos
parcialmente, a través de soluciones intermedias o cursos de acción.
La duda perenne sobre la corrección de nuestras decisiones se mitiga
si utilizamos un método que nos ayude. El método deliberativo ha sido preconizado por el médico y bioético Dr. Diego
Gracia y es uno de los más utilizados en
los comités de ética Asistencial. Se define como un procedimiento consistente en
el análisis y ponderación de todos los factores que intervienen en la toma de
decisiones a fin de que estas puedan ser consideradas razonables, responsables,
prudentes, juiciosas o sabias. Se puede deliberar con uno mismo o con otras
personas. Pero como para cualquier otro
proceso van a ser necesarias una serie de aptitudes que muchas veces no nos vienen dadas y que por
tanto debemos aprender.
Las fundamentales son:
-Capacidad
de escucha.
-Control de las propias emociones.
-Capacidad de argumentar.
-Tolerancia.
-Respeto a las opiniones de los otros.
-Capacidad de cooperación.
-Humildad intelectual.
El
método deliberativo exige una serie de pasos:
-Análisis de los hechos.
-Análisis
de los valores implicados y del conflicto de valores fundamental objeto de
la decisión.
-Argumentación
racional sobre los cursos de acción posibles y los cursos óptimos. Cursos de
acción serían las diferentes posibles soluciones al caso y el curso óptimo,
aquel que mejor proteja todos los valores en conflicto.
-Evaluación
ética del curso óptimo según principios y según consecuencias.
-Aclaración del marco legal.
-Pruebas de consistencia: comprobación de
publicidad y tiempo (comprobación de que
nuestra decisión no haya sido precipitada y que podría ser defendida
públicamente)
Deliberar no es fácil, pero ayuda en
la toma de decisiones éticas que frecuentemente aparecen en nuestra práctica
clínica habitual y además es un
ejercicio de autoconocimiento. Aprender a deliberar
contribuirá a crear no solo mejores
anestesiólogos sino también mejores
personas.
Entrada
realizada por:
Nieves Molins Gauna.
Servicio
de Anestesiología y Reanimación Complejo Hospitalario
Universitario
A Coruña.
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